Los médicos nos ayudan a curarnos pero lo importante después es tener ese refuerzo de una persona que ha pasado por el mismo proceso.
Tal vez te sientas como Brenda que, al principio, lo quiso pasar todo ella sola y no fue hasta que pasó lo peor de la enfermedad cuando se dio cuenta de todo lo que podía compartir para acompañar a otras mujeres en su proceso y decidió, entonces, acercarse a Agamama.
O tal vez te identifiques con el caso de Coral, que llegó a la asociación pocos días después de recibir el diagnóstico: Desde ese mismo momento le dieron la mano y a partir de ahí caminaron siempre juntas.
Ambas son ahora voluntarias y tienen claro que hablar y compartir es una forma de limpiar el alma, de hacer terapia y de ayudar, que es una de las maneras más bonitas de vivir.