Mi nombre es Carmen, tengo 42 años y soy una mujer trabajadora y madre de dos hijos. Con 34 años me diagnosticaron cáncer de mama, me intervinieron haciéndome una mastectomía y posteriormente me dieron radioterapia, quimioterapia y estuve 5 años con un tratamiento hormonal diario en pastillas. Hace un año tuve una recidiva y en la actualidad sigo un nuevo tratamiento y mi enfermedad está controlada.

Gracias a mis hijos y a mi marido mi día a día es mucho más fácil. Mis hijos están muy pendientes de mi a pesar de su corta edad. Como anécdota os puedo contar que aunque tengan 8 y 9 años después de cada operación que he tenido me han ayudado a ducharme y vestirme, cuidándome y haciéndome sentir querida en cada momento.
Tras mi primer diagnóstico empecé a darme cuenta que me sentía mucho mejor cuando me arreglaba como hacía antes de la operación. Decidí comprarme una peluca y fui a mi tienda habitual a comprarme ropa que me hacía estar bien y sentirme cómoda, dejando a un lado los complejos a causa de la enfermedad. Es importante dar este paso no para que los demás te miren y te digan que estás muy guapa (que está muy bien) sino para que tú te veas radiante y segura de ti misma, dejando los prejuicios a un lado.
Empecé a tener más autoestima, quererme a mí misma y valorar las pequeñas cosas de la vida que en otra situación no habría tenido en cuenta. Los detalles que parecen más insignificantes son los que tienen más valor. Ponerte guapa, mirarte al espejo y conectar con esa mujer que ves es más importante de lo que piensas en esta etapa.